"¿No saben ustedes que los que corren en el estadio, todos ciertamente corren, pero uno solo se lleva el premio? Corran de tal manera que lo obtengan (el premio). Todo aquel que lucha, en todo ejercita el dominio propio" (1 Corintios 9:23, 24)
A lo mejor a nadie le gusta hablar de la disciplina, y menos practicarla - a menos que sea un ganador. Porque un ganador sabe cuál es el ingrediente más importante para ganar continuamente: la disciplina.
En el día de hoy, hay muchos vaqueros por todo México que quieren ser ganadores. Quieren poder vestirse esa hebilla de trofeo y tener toda la gloria que implica ser campeón. Pero, ¿cuántos realmente están dispuestos a pagar el costo para ganar?
El que va a ganar sabe que tiene que someterse a una disciplina diaria. La Biblia nos dice qué hace la gente del mundo para ganar: todo aquel que lucha, en todo ejercita el dominio propio. El dominio propio es dominarse a sí mismo: disciplina. Esto va más allá de simplemente no tomar o fumar. Sino comer bien, dormir suficiente, y practicar y entrenar.
¿Cuántos vaqueros hacen ejercicios de elasticidad y se ponen a correr por lo menos 3 Km todos los días? ¿Dónde está el lazador que se pone a lazar una paca cada día y no la deja hasta que la haya lazado 50 veces seguidas? ¿Y cada día trabaja con su caballo o amarra las patas de un becerro? ¿O el jinete que pasa una hora arriba del tonel, ensayando hasta que los movimientos sean reflejos y no los tenga que pensar? ¿Y cada día va al gimnasio para levantar pesas de fierro en vez de latas de aluminio?
Si uno va a competir y ganar, tiene que hacerlo con propósito. El apóstol Pablo tenía dominio propio y se sometía a una disciplina: "Así que, yo no corro a la ventura o a ciegas, sino corro con el propósito de ganar. No peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado" Pablo se esforzaba para llevarse el premio.
Así es en la vida Cristiana. Dios nos ha llamado para llevarnos el premio. Pero para lograrlo, hay que someternos a una disciplina. La verdad, no es tan difícil. Jesús dijo, "Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de míŠ porque mi yugo es cómodo y mi carga ligera" (Mateo 11:29). A lo mejor el primer paso sea lo difícil: tomar la decisión de someterse a la disciplina. El Señor Jesús nos está esperando que le invitemos a ser nuestro Entrenador. Atrás de casi cada campeón, hay un entrenador que lo anima, lo instruye, lo exige, y lo regaña. En fin, lo disciplina. Los competidores, en la mayoría de los casos, son un reflejo de su entrenador.
Hay cuatro áreas de entrenamiento que son fundamentales para crecer en Cristo y caminar en una vida victoriosa. Ellas son: (1) leer la Palabra de Dios, (2) orar, (3) convivir con otros Cristianos, y (4) testificar. Cada una de estas áreas debe estar equilibrada con las demás. Requiere disciplina, pero el fruto resultante trae una verdadera satisfacción al hombre que las pone en práctica cada día.
En la siguiente edición vamos a tratar más a fondo con cada una de estas áreas.