"Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento de tiempo todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy: Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos. Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: A tu Señor Dios adorarás, y a él solo servirás." (Lucas 4:5-8)
No hay atajos en el camino al éxito - la clase de éxito que Dios tiene para ti. Jesús tuvo que seguir el camino que su Padre estableció para que llegara a ese éxito. Vino a rescatar al mundo entero y restaurarlo al estado que tenía antes de la caída de Adán. Era un estado glorioso: el hombre caminaba con Dios diariamente, toda necesidad suya estaba suplida en el paraíso, tenía dominio sobre toda la creación, y la creación, tanto como el hombre, reflejaba la gloria de Dios.
Jesús sabía el precio que tenía que pagar para salvar todo aquello. Sabía que no iba a ser fácil, pero estaba comprometido a devolver al hombre con toda la creación a su primer lugar: la íntima comunión con Dios. Y sabía que para lograrlo, tenía que hacerlo de acuerdo al plan de Dios, de acuerdo a lo que Dios había establecido. No iba a haber atajos.
Satanás ofreció a Jesús un atajo - la opción de un camino fácil. "No tienes que morir en esa cruz; no tienes que sufrir nada; no tienes que estar separado de tu Padre celestial. Sólo arrodíllate y adórame a mí y todo será tuyo."
¡Gloria a Dios que no aceptó! Jesús escogió el camino de Dios, la cruz, aunque era más difícil en el momento, pero la victoria vino a ser más sabrosa y duradera: ¡por siempre!
Si Jesús se hubiera rendido ante Satanás ese día y le hubiera adorado, pues sí habría recibido todos esos reinos y la gloria de ellos, pero también habría llegado a ser esclavo de Satanás - junto con nosotros. Habría caído exactamente igual que cayó Adán. Habría perdido toda su posición con Dios.
Cuando tú escoges hacer las cosas de la manera que a Dios le agrada, el diablo estará ahí para ofrecerte el camino fácil. Pero el costo de optar por ese camino es la pura miseria.
Hay que pagar un precio para hacer las cosas de Dios a su manera y obtener el éxito: la cruz. El mundo te dirá que los principios bíblicos sí funcionarán para ti, tal como el poder de pensar positivamente o de hablar positivamente. "Lo único que tienes que hacer es aplicarlos, pero no te molestes por la cruz. No necesitas a Jesús." Entonces Jesús murió en vano. Pero no fue así. "Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame." (Lucas 9:23)
Las cosas que valen en esta vida cuestan. Tu salvación fue gratis, un regalo. Lo pagó Jesús. Pero tú éxito en esta vida te va a costar trabajo; disciplina de tu parte. No te quedes pasivo. Levántate y toma posesión de lo que te pertenece.