No Peirdas Tu Brío

"No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen bocado y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti." (Salmo 32:9)

Qué placer nos da al ver un caballo salvaje correr a todo galope por el campo abierto libre y lleno de poder y vida. Pero, aparte del placer de admirarlo, ¿de qué sirve ese caballo? El caballo existe para el hombre. Existe para servir.

El buen amansador no quiere romper el espíritu del caballo. Lo que quiere hacer es canalizar ese brío para su beneficio. Quiere hacer manso al caballo para que pueda desempeñar una función. Y esa función la va a llevar a cabo en conjunto con su amo como equipo. Si el caballo no cumple alguna función entonces de nada sirve y al rastro va. Pero el buen caballo encuentra su propósito y destino al sujetarse a la voluntad de su amo, trabajando en equipo.

Nuestra relación con el Señor Jesucristo es muy similar. Dios no nos creó para que fuéramos sus lacayos serviles. La Biblia dice que somos coherederos y colaboradores con él. Formamos un equipo. Dios nos creó para que recibiéramos su amor y atención y que nosotros le correspondiéramos de la misma manera. Estamos a su nivel. ¡Claro que sí! Fuimos creados "a su imagen y su semejanza." Y nosotros también encontramos nuestro propósito y destino al sujetarnos a la voluntad de Dios.

Uno de los errores que muchos traen en la mente es que el vaquero, al acercarse a Jesucristo, va a perder su brío. El diccionario define la palabra brío como: Fuerza grande o robusta para ejecutar una acción; espíritu de resolución; el contrario es cobardía. ¡Dios no quiere cobardes! Quiere valientes llenos de espíritu. Quiere que guardemos nuestro brío y nos sometamos a él.

En este versículo, vemos que el caballo requiere bocado y freno para sujetarse. ¿Por qué? Porque no tiene entendimiento. Tú y yo tenemos entendimiento. Dios ni quiere ni va a poner un freno en nuestra boca. Pero sí desea que nos acerquemos a él. Vamos a leer su Palabra y comprobar que él es digno de nuestra confianza. Entonces podemos tomar un paso de fe hacia él y con gusto nos recibirá. "Acércate a Dios, y él se acercará a ti" (Santiago 4:8).

Otro idea equivocada que hace tropezar a muchos es la de ser manso es ser menso. Ser manso es una virtud o cualidad que refleja el dominio propio el hecho de controlarse a uno mismo. Proverbios 16:32 dice, "Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad." En cuanto a los animales significa que no es bravo. Todos los que montamos caballos sabemos que el caballo bravo de nada sirve en esa condición. El caballo manso y sumiso es el que el entrenador puede hacer destacar según sus habilidades. El buen entrenador sabe conservar el brío del caballo mientras realza sus habilidades.

Lo que quita el brío al hombre es la religión: seguir tradiciones que invalidan la Palabra de vida y aparentar una piedad externa que niega el poder de ella. Deja que el Señor se acerque a ti. Sométete a Jesús y déjale tomar las riendas de tu vida. El es el Buen Amansador y sabe realzar las habilidades que depositó en ti al crearte. Tienes entendimiento y ahora es el tiempo para ejercerlo y acercarte a tu Creador. Así serás útil para el Señor y encontrarás tu propósito y destino.