"Bienaventurado el varón que no anda en consejo de malos, ni está en camino de pecadores, ni en silla de burlones se sienta; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará." (Salmo 1:1-3)
Nuestro éxito depende de lo que hacemos. En estos versículos del Salmo 1, vemos la bendición que Dios nos quiere dar. El árbol habla de fuerza; el agua habla de provisión y sustento; el fruto habla de producción y abundancia; y la hoja verde habla de vida y belleza. Pero esta bendición, como la que está en Josué 1:8, es condicional. Tú tienes que hacer algo. No porque Dios te esté sobornando, o haciendo un cambalache, o echándote una carnada. Sino porque son las leyes espirituales y así funcionan las cosas en el reino de Dios.
Tal como hay leyes físicas (como la ley de la gravedad, la ley del movimiento, la ley de sembrar y cosechar, etc.) también hay leyes espirituales. Cuando conocemos y respetamos estas leyes, nos va bien. Nuestro bienestar (o sea, éxito) depende de cómo respetamos y apliquemos las leyes físicas. Por ejemplo, si estás en el décimo piso de un edificio con prisas de bajarte y no llega el elevador, puedes o no elegir respetar la ley de la gravedad. Obviamente respetarla te conviene. (Más vale usar las escaleras o esperar el elevador.) El campesino aplica la ley de la siembra y la cosecha. Sabe que para cosechar trigo, tiene que sembrar granos de trigo. Para cosechar calabaza, tiene que sembrar semillas de calabaza. No se puede sembrar una semilla con la esperanza de cosechar un fruto de otro género. Así es con las leyes espirituales. Dios en su bondad nos quiere revelar los secretos del universo que están en sus leyes espirituales para que prosperemos en todo. Las conocemos al caminar junto con el Creaor. Y él nos las revela porque quiere que tengamos éxito.
¡Ya no seamos brutos! Acerquémonos, pues, a él y caminemos en amistad con él. ¿Cómo? Haciendo lo siguiente: Primero, por lo que dice en el versículo 1: No andar en consejo de malos, ni estar en camino de pecadores, ni sentarnos en silla de burlones. En fin, anda con Dios. Segundo, en el versículo 2: Hacer la ley de Jehová nuestra delicia (es decir, deleitarnos en ella) y meditar en ella de día y de noche. Meditar es simplemente repetir o susurrarnos a nosotros mismos el principio que Dios nos quiere enseñar. Entonces seremos como ese árbol fuerte, fructífero y frondoso, y prosperaremos en todo lo que emprendamos.
¿Sabes cuál es el mayor deseo que Dios tiene? El de bendecirte. Te creó con el único propósito de llenarte de bendiciones. Eres el objeto de su amor y no descansa ni se complace a menos que estés bendecido. Siempre está buscando la manera para hacerte llegar la bendición. El único estorbo para que ésta te llegue es el pecado‹la rebelión contra Dios. Es cerrar tu ser a la presencia de Dios. Por esto, Dios odia el pecado porque no te permite recibir todas las bendiciones que él ha preparado para ti para que seas realmente feliz. Pero ¡gracias a Dios por Jesucristo! Porque él ha borrado todos nuestros pecados y se cargó con nuestras rebeliones para que seamos reconciliados y justos, y ahora podemos recibir esas bendiciones. ¡Es tiempo de que empieces a creer el evangelio!