El vaquero se baja de la camioneta con una gran sonrisa en su cara. Saluda a todos sus compañeros con mucho gusto de verlos. Siente mucha alegría al estar en este lugar donde se va a llevar a cabo el gran rodeo y en el que ha venido a competir. Luego, pasa a la oficina de la secretaria de rodeo para pagar su inscripción y ver cómo quedó el sorteo.
Piensa en el premio que se está ofreciendo - ¡mucha lana y una hebilla de plata! Ha llegado con todo el propósito de arrebatarlo y llevarlo a casa. Vino desde muy lejos y con mucha anticipación de competir aquí.
Saluda a la secretaria con esa gran sonrisa y le dice su nombre. Ella se pone a buscarlo en las hojas que trae. Primero lee una hoja, luego otra y otra y no lo encuentra. Empieza otra vez con la primera hoja y lee los nombres de arriba abajo, pero no aparece.
El vaquero dice su nombre otra vez. Ella vuelve a buscarlo de atrás hacia adelante. La semblanza del vaquero se cae. Está preocupado. Le deletrea su nombre. Ella busca cuidadosamente pero no está. ¡Su nombre no está en la lista!
La alegría que sentía hace rato se ha convertido en confusión. ¿Qué pasó? Todo su mundo se viene para abajo cuando el vaquero se da cuenta de que nunca se comunicó para apartar su lugar. Después de viajar desde muy lejos, y llegar con toda la emoción y la anticipación de participar en el gran rodeo, solamente oye la noticia de que ha sido rechazado; no aceptado. "Lo siento, pero no estás apuntado."
¡No puede ser! ¡Que apunten a un vaquero más! "Pero es que no entiendes. Pasé meses de entrenamiento, preparándome para este evento. Trabajé y ahorré mi dinero para pagar mi inscripción. Hice un gasto muy grande para llegar aquí. Vengo de muy lejos. ¡Tienes que apuntarme!"
Duro y dale pero todo para nada. Cuando los libros se cierran, así quedan.
Antes de competir en cualquier rodeo, el vaquero tiene que apuntarse en la lista. Para los rodeos grandes, esto se tiene que hacer con tiempo (a veces hasta unas semanas) antes del inicio del evento. En los Estados Unidos, los miembros de la PRCA y otras asociaciones profesionales tienen el lujo de hacer esto a través de una llamada telefónica y una computadora. Nadie puede competir sin que su nombre esté previamente apuntado en la lista del rodeo. Y cada competidor recibe un número de confirmación que consta de que su nombre esté en la lista. Si hay una falla en el sistema, él puede comprobar que se apuntó mediante ese número.
Así es también en el Reino de Dios. Nadie entra que no haya sido apuntado previamente. Tu nombre tiene que aparecer en un libro, conocido como el libro de la vida del Cordero, o no entras.
"Y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego" (Apocalipsis 20: 12,15).
"No entrará en ella (la ciudad de Dios) ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero" (Apocalipsis 21:27).
Antes de casi todo rodeo aquí en México se reza la "oración del vaquero" donde se dice que nuestro boleto para entrar al cielo ha sido pagado. Y sí es cierto. Sin embargo, me pregunto cuántos vaqueros han recogido su boleto. Porque el Señor tiene la lista de todos los que han recibido su boleto.
Entonces, ¿cómo puedes apuntarte en el libro de la vida del Cordero? Tienes que comunicarte desde aquí en la tierra. Tienes que hablar con Jesucristo en esta vida y decirle personalmente que aceptas su perdón y regalo de la vida eterna. Y él te dará su Espíritu Santo como comprobante de que tu nombre aparece en su libro y estás destinado a la redención.
"Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Gálatas 4:7).
Luego caminarás por esta vida en comunión con él, disfrutando las cosas que te ha preparado para esta vida y la venidera.